Debajo de toda la falacia del "deber ser", de las imágenes divinas que me representan, de lo que me han enseñado, de cómo debo comportarme, moverme, expresarme, reírme, vestirme, caminar, hablar, ¡pensar!, y -peor aún- hasta sentir, hay una mujer que vibra, sueña, vuela, necesita, desea y ama, como cualquier otro ser humano que tenga piel, huesos y alma. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia es preconcebida, de carácter sociocultural, resultado de un proceso que aún no llega al equilibrio. Por eso el cuestionamiento, la lucha y el trabajo de muchas mujeres y hombres concientes, con la mente y el pecho abiertos, "de par en par los sueños". Por eso es que soy fiel a mi misma, a lo que creo y a lo que me nace hacer en el momento presente, porque el aquí y el ahora son únicos e irrepetibles.