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Mostrando las entradas de 2020

Posparto en tiempos de pandemia

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Lloré delante de todos los compañeritos de Ámbar, sus mamás, papás y cuidadores, y de su maestra. Ella me recomendó tomar Sol y agua. Así lo hice. Llevé a mis hijos al único lugar que no está cercado. Le llamamos "la lomita". Y no daré su ubicación, porque en tiempos de restricciones, basta alzar la voz para que te la tapen con una mascarilla o tapa bocas. No es fácil ser un salmón y nadar contra corriente. No es fácil ser una oveja negra en esta sociedad. Lo fácil es caminar con el rebaño, con los oídos taponeados por las estadísticas de muertes del virus en cuestión. Lo difícil es darse cuenta que fueron más los muertos por el AH1N1 y no existían este tipo de restricciones. Se acerca el 2 de agosto en un pueblo que históricamente ha sido salvado por su fé, y quieren impedirles caminar. Caminar es un ejercicio físico, oxigena el cerebro, libera toxinas, regula la respiración. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario. Para el cuerpo, para el alma, para la mente,

Adaptación a los cambios

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Aparecían una a una. Siempre a la misma hora, cuando ambos estábamos aún despiertos, trabajando, estudiando, a ratos compartiendo, mientras los niños dormían.  Las detesto.  Mi mamá me cuenta que cuando nací en la Carit, las cucarachas caminaban por las paredes. Ella estaba aterrorizada. Encima las enfermeras y los doctores estaban en otras. Sí, ella sufrió violencia obstétrica. Escuchó frases como: "Ahora está gritando.., ¿y cuando abría las piernas?". ¿Fuerte, no? ¿Por qué se culpa el placer? ¿Qué tiene de malo disfrutar? ¿Y por qué no se respeta un momento tan sagrado como el parto? Mi segunda experiencia traumante con las cucarachas, fue cuando, en segundo grado de primaria, hicimos un chanchito a partir de un globo, cubierto con capas de papel periódico y goma. Al final lo pinté de rosado, mi color favorito. Me llevé la desagradable sorpresa de encontrar una cucaracha en mi cuarto. Cuando mi papá la aplastó, soltó la pintura rosada... Sí, fue asqueroso. La tercera experi

LOVE WINS

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Que todas, todos y todes tenemos derecho a amarnos por igual, a protegernos y cuidarnos mutuamente frente a la ley. El principio es simple: si yo puedo manifestar el Amor en público por mi pareja, ¿por qué los demás no? Si tengo derecho a casarme si así lo elijo, ¿por qué los demás no?

El ala derecha de Psiquiatría

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Llegué a ese punto en el que se deja de sentir. Tenía tanto cansancio acumulado, tanto estrés, tanto dolor, tantas deudas. Deudas que me provocaban ansiedad. Ansiedad que me provocaba insomnio. Insomnio que me provocaba agotamiento mental y físico. Luego las voces... mis miedos: no poder pagar la renta, las cuentas... No dar abasto con tanto. La gata despedazó el sillón en el que nos encontrábamos. Mi corazón también estaba hecho jirones. Intentando construir una historia de Amor, me sorprendió otra. ¿Tan difícil es crear una familia? Sé que él tuvo miedo, como muchos otros. Yo también he sentido miedo, pero... ¿es posible ser tan mamífera? Recuerdo en ese entonces visualizar lo que viviría tres años después: él sujetando un bebé entre sus brazos, vestido con bata de hospital. Cuatro. Cuatro. Cuatro. Ahora somos cuatro. En esa época éramos dos, intentando ser tres. Con espacio de sobra. Espacio para las sombras. Espacio para los fantasmas, para ver su silueta acercarse a la orilla d

El Amor en tiempos de pandemia

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El parto de Leo

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Para todas las mujeres que desean tener un parto humanizado (y para sus parejas también). Foto: William Eduarte Cuando tuve a mi hija mayor, Ámbar, supe que quería tener dos hijos. Tenía dos razones importantes para mi. La primera: que se hicieran compañía en las distintas etapas de su Vida. Soy hija única y no es tan divertido como se imaginan... Cuando era niña muchas veces regresé a mi casa llorando porque no tenía con quién jugar. Por esas épocas acostumbraban castigar a mis vecinas y vecinos. Y terminaba castigada también porque no podía jugar con ellos. Pero hoy no estamos acá para hablar de mi niñez, sino del parto de mi hijo Leo... ¿La segunda razón? Quería tener una historia diferente: quería saber qué se sentía tener un compañero a mi lado, apoyándome, durante mi embarazo, mi labor de parto, la crianza de nuestros hijos... Aunque no lo crean, a mis 41 años, aún no he convivido con ninguna pareja. Tampoco me he casado. "Hago las cosas al revés", eso dicen