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Mostrando las entradas de octubre, 2014

36

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A tres días de mi cumpleaños número 36, me siento una mujer más segura, más empoderada de mí misma, definitivamente más fuerte y con más agallas para enfrentar lo que venga. Y todo esto se lo debo definitivamente a mi pequeña maestra. No soy la misma mujer desde que soy mamá, y sé que la aventura apenas empieza, pero también estoy consciente de que he vivido un proceso de transformación increíble. Me dejó de importar lo que diga y piense la gente de mi, que de todas formas ya lo cantaba a gritos cuando tenía 15. Por primera vez puedo llamarme productora audiovisual sin que se refiera sólo al título. Estoy trabajando en tener un título que dejé pendiente hace años, por miedo de enfrentarlo, y también por esa mala palabra que no existe en mi vocabulario que se llama pereza. Estoy enfocada en lo realmente importante, y me siento orgullosa de ello. He estado tan enamorada de mi beba y de mí misma, que se me olvidó un poco lo que era amar a alguien más, incluso desear a alguien más

La Muerte como una semilla

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El lunes fui a un funeral. En el camino me enteré de que íbamos a un templo cristiano protestante. Sí, de esos en los que el pastor alza la voz, y junto a sus hermanos (pues todos lo son), alzan su mano derecha y gritan: ¡ALELUYA! Uno a uno pasaron los hermanos a dar el testimonio de una señora mayor que al parecer se caracterizó por su fé y perseverancia. Además hubo cantos. Uno de los nietos de la señora tenía una voz maravillosa... La nieta... pues... pensé que debería tomar clases con su primo. Hasta ahí todo "normal". Lo que realmente me llamó la atención, fue cuando, antes de invitarnos a pasar al cementerio, el pastor dijo: no vamos a sepultarla, vamos a sembrar una semilla. Entonces levanté la cabeza, y volví a ver a mi compañera de al lado pestañeando dos veces. Él continuó su discurso: "...la semilla que va a dar fruto en el Paraíso". - Interesante concepto, le dije a mi compañera. Yo creo en la reencarnación. - Yo también, me respondió. Evidentemen

La escena

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- En mis 26 años de carrera no había visto nada igual. Tiene que venir por ella. Según el protocolo de la institución, no puede venir a clases hasta que esté completamente recuperada. ¡Puede contagiar a los otros niños! - (Tragando saliva) La entiendo, pero póngase en mi lugar. Tengo que ir a trabajar, ya he faltado varios días.. - Póngase usted en mi lugar, yo tengo que velar por los otros niños y por el prestigio de la institución. - Pero estoy sola, entiéndame. Necesito trabajar para poder pagarle a usted. ¡No me queda de otra! Mientras caminaba por la calle con el teléfono, en la acera del frente, por esas cosas del destino, se cruzó con él, en el preciso momento en el que dijo "estoy sola". Sus miradas se congelaron por unos segundos. Ella alcanzó a pensar: la Vida es irónica, y siguió negociando con la Directora, sin dejar de caminar. Él siguió su camino, en dirección al teatro. Y se inspiró en esa escena para la obra que estaban montando.

Perlas a los cerdos

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Ella se estaba poniendo seca. Cumplía tres años sin ser tocada, sin sentir la explosión de un orgasmo de a dos. Había pasado por todas las etapas: indiferencia, odio, rechazo, deseos incontrolables, luego resignación y de nuevo deseos incontrolables. Un día se cansó, justo antes de estar dispuesta a pagar por sexo. Lo vio en la calle. Joven, muy joven, con la piel tersa, los ojos achinados y el cabello negro. Le gustó el uniforme. Era un cliché y no le importaba.  Él le pidió el número. Ella se lo dio y así empezaron a chatear. Primero pretextos, luego insinuaciones. Luego las conversaciones eran más interesantes y más intensas. "Interesantes", no es la palabra. Su escaso vocabulario y su pésima ortografía la ponían de mal humor. Además, tenía que explicarle las cosas más de dos veces, porque él no entendía. NO hablaban el mismo español. Y no porque fuera extranjero. ¡Qué le quedaba! No más que hacerse de la vista gorda. Total, se trataba de un polvo. Empezaron a inte