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Mostrando las entradas de septiembre, 2005

A veces pienso...

... que el tiempo se me va muy rápido y estoy dejando a un lado proyectos que siempre he querido hacer. ¿No les pasa? A mí me da rabia conmigo misma eso de dormirme en mis laureles. ¡Los laureles apestan!

Asalto no. 2

Anoche fui con mi madre a una fiesta. Mi amiga Andrea y su mamá también llegaron a la fiesta. No era precisamente una fiesta de disfraces, pero había una mujer que lucía un turbante y una máscara. Los presentes le pedimos que se quitara la máscara. Tras insistirle, finalmente accedió, y empezó a quitarse la máscara. Y para mi sorpresa (aunque lo presentí en el fondo), tenía otra máscara detrás de esa, horrible, una especie de burro y demonio. Y así continuó quitándose una máscara tras otra, hasta que pudimos ver su verdadero rostro. Ella estaba asustada, pues había ocultado su cara durante mucho tiempo por supuestas cicatrices de quemaduras. La motivamos a que se levantara y se viera en el espejo que cubría una de las paredes de la sala, a sus espaldas. Se sorprendió al ver que su rostro era bello, sin una sola cicatriz. Y lentamente se desprendió el turbante... No podía creerlo. Pero no era más que su auto-reconocimiento. Curiosamente, la mujer era mucho más joven de lo que esperábamo

Cuando avanza la noche...

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... y la música sube de volumen... Cuando las miradas son más sugestivas, y ya de por sí hace calor... El roce de cuerpos no es casual, ni casuales los sugestivos movimientos que siguen los ritmos bajos de esa pieza... Mucho menos cuando el alcohol empieza a distribuirse uniformemente por tus venas... u otros efectos te hacen sentir más, saborear más, oler más, oír más... El calor de la hoguera en la playa, la brisa del mar refrescándote... o esa bebida fría e imprescindible en una disco del centro de San José... Un travesti me abre la boca y me da de beber el trago de la casa, invitándome: "toma, mami". De pronto me olvido de dónde estoy, y me subo a la barra a bailar junto a los bailarines del bar, de todas formas en ése país nadie me conoce... Doy una vuelta y estoy sobre una tarima en la disco de ése hotel de playa, vestida de negro y brillantes, soy una pieza del Carnaval, mientras mi madre está sentada mirándome, con el antifaz que hice por la mañana... Necesito refresc

10:15 am

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Hay un momento en el que indiscutiblemente, aunque el reloj siga su curso, ni el tiempo ni el espacio existen. Ese preciso momento en el que sabes que te toca levantarte e iniciar la jornada. Y si cuesta despegarse de las cobijas, es aún más difícil desprenderte de la piel de ése que amas, y que tiene aún los párpados cerrados...

Con las venas abiertas

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Nadie es quien verdaderamente es. Es natural, intentamos protegernos. Tras cada caída, algo queda, no solo el golpe. El golpe hace mella. No olvidamos. Afortunadamente, de cierta forma. Lo que sucede es que al cerrar unas puertas, negamos el paso a todo y a todos. Hay que darse una oportunidad. No todo es negro: ni blanco. Toca correr riesgos si se quiere aprender. Aún reaprender. Que ninguna experiencia se parece a otra. "La Vida es como la espuma. Hay que darse como el mar." (Tomado de la película Y tu mamá también ).

Mutantes

Cuando nacemos tenemos las cosas más claras de lo que el resto de la especie humana alcanzaría a imaginar. Luego se dedican a meternos tanta basura en la cabeza que cuando llegamos a tener conciencia de que lo mejor que podemos hacer es desaprender, es un poco tarde. Difícil desprenderse de todo eso. Muchos lo arrastran a lo largo de sus vidas. Otros ni se percatan. Lo cierto es que mientras llevamos a cabo la tarea de desaprendizaje, el camino no está despejado. Por el contrario, se sobrevienen otras experiencias que debemos enfrentar, asimilar y digerir. Si es que sobrevivimos en el intento (porque hay muertes dentro de la Vida). ¿Al final qué somos? ¿Quiénes somos realmente? Jamás podemos ser los mismos. En un segundo todo puede cambiar. Pero hay algo que se conserva. Algo. Siquiera.

Una pregunta

En un día como hoy cabe preguntarse: ¿Qué tan independientes seremos como nación una vez que se apruebe el dichoso Tratado de Libre Comercio?

Reflexiones sobre la Independencia...

Hace unos días estaba de compras en el Más por Menos, y, aunque no tenía mucho dinero, tuve la intención de comprar un adorno alusivo al 15 de setiembre para ponerlo en mi puerta. Pensé que se vería bonito. Luego pensé: "un momento, ¿qué es lo que estamos celebrando?". No creo que seamos realmente INDEPENDIENTES. Se ha discutido mucho acerca de nuestra identidad nacional. Y no está de más. Desde antes de la época precolombina hemos sido un lugar de paso. Somos interculturales por naturaleza. Y eso está bien. Enriquece nuestra cultura: lástima que seamos tan xenofóbicos, y no sepamos valorarlo. Lo difícil para mí es saber cómo nuestras cabecitas están llenas de ilusiones del Norte del continente, ser como ellos, parecernos a ellos, tener las cosas que tienen: esas casas, esos lujos, esa forma de comer rápidamente, esos "maravillosos" estilos de vida. Yo trabajé en un hotel de playa durante siete meses y tuve la oportunidad de conocerlos más de cerca. Y créanme que no

¡La hija de su madre...pereza!

La noche del viernes anterior fui a ver a una amiga de Conchal al Hotel Palma Real, de la cadena Barceló. Ella canta allí los viernes y miércoles por la noche. Tiene un pequeño que está a punto de cumplir su primer año, está separada de su esposo y está estudiando secretariado bilingüe en el INA. Así como ella, tengo otras amigas de mi infancia que están separadas o incluso viudas siendo tan jóvenes, tienen un(a) pequeño (a), trabajan, estudian, y por única ayuda tienen su propia fuerza de voluntad. Y ahí están, no miran hacia atrás, no tienen tiempo para pensar en su cansancio y mucho menos en sentir pereza. Ellas y otras mujeres son un ejemplo para cuando sintamos pereza de estudiar o trabajar. A ver si se nos mueve el piso y sentimos algo de vergüenza. Y no se trata de pensar: "bueno, yo no tengo hijos", sino de darnos cuenta que mientras estamos sentados frente al televisor, la Vida nos está esperando afuera.

Asalto no. 1

Anoche estábamos conversando en el balcón-azotea de la U, la vista era genial: empezaba a oscurecer. Habían varios estudiantes, pero no tenía importancia. Conversábamos: de cualquier cosa, tampoco tenía importancia... De pronto nos besamos. No me lo esperaba, pero sí lo deseaba, así es que se dió y punto: fue muy breve, pero delicioso. Tenía una invitación pendiente en la casa de mi familia, así es que decidí invitarlo a él. Una vez en la sala de la casa, mi hermana no me hizo buena cara... Lo miraban de arriba a abajo con una expresión que rayaba en el asco...(son exagerados). Por supuesto me preguntó en secreto si él era mi novio. Y con una sonrisa le dije que no... De eso se trataba esa cena, pero en fin, decidí darle un giro a la historia. Quise hacerle un tour por la casa, que, dicho sea de paso, no es nada común: tiene varias habitaciones que más que cuadradas, son redondas, las paredes tienen una textura muy particular, casi se parecen a la estructura exterior de la fachada del

...y a toda vela!

¡Hola! Finalmente la curiosidad mató al gato y abrí mi blog... (lo que hace una en horas de trabajo). Son las 12:38 pm de una tarde un tanto oscura que tan sólo hace unos minutos estaba soleada y calurosa hasta la asfixia. Es más, ya está lloviendo... En fin, eso es lo que sucede allá afuera... Acá dentro hace un tanto de frío, pero eso será hasta que apague el aire acondicionado, que no sé a vos, pero por lo menos a mí me da alergia. Está sonando Eternidad de La Ley, y no precisamente porque yo la haya escogido, pero no me disgusta del todo..., es más, en la época en la que esa canción salió al mercado, yo solía ir a sus conciertos...pero esa es otra época. Ahora está sonando el teléfono ¡otra vez!: cuando trabajo por las noches no llaman tanto... ¿será porque a esa hora todos ven televisión por cable? Yo ya no tengo televisión por cable: la dueña de los apartamentos me dijo que si quería tenerlo, debía pagarlo... durante estos siete meses, por gracia de Alá, o del inquilino anterior,