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Mostrando las entradas de diciembre, 2010

La historia sin fin

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Era un 31 de diciembre cuando lo esperaba en la entrada del Mall San Pedro, con mis características botas negras y mi minifalda. Aunque parezca una fecha extraña para una primera cita, lo era. Por alguna razón todos mis amigos tenían algo que hacer esa noche y yo recibiría el Año Nuevo con un perfecto desconocido. Sólo sabía dónde trabajaba y a qué se dedicaba... porque fue donde lo conocí, una semana antes, cuando nos quedamos viendo profundamente a los ojos. Tanto, que casi se cae el pobre. De hecho se le cayó todo el contenido de la bandeja, y aún no me explico cómo no se le quebró ni un vaso. Si alguna vez han dudado del amor a primera vista, es porque aún no lo han vivido. En esa época yo actuaba rápido, así es que le escribí mi teléfono en la factura. Créanme: funciona. Así es que ahí estábamos, buscando en un taxi el mejor lugar para pasar la última noche del año. Pero el destino decidió que los mejores lugares estarían cerrados, así es que terminamos en una disco gay, en medio

Historia de un ermitaño

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Vivía en la bodega de la casa. Dormía de día y pasaba despierto toda la noche, bajando películas de cine alternativo y música experimental y leyendo a Nietzche. No tenía muchos amigos, no le interesaba socializar, de vez en cuando tenía conversaciones filosóficas con las cucarachas, y discusiones con sus familiares, que vivían en el piso de arriba. Se sentía vivo cuando miraba la Luna y cuando arreglaba el jardín de la abuela. Eso sí, con la tierra tenía una conexión que en ese momento no tenía ni siquiera consigo mismo. Y por esos azares del destino, le cedieron un terreno en la montaña, con una cabaña que se estaba cayendo por la falta de uso. Y de ella hizo su refugio, y tras meses de abrirse paso en medio de la montaña, las lluvias y las malas hierbas, lo hizo su hogar. Y hasta lo bautizó con un nombre: Zorratepec, porque él es como un zorro: igual de astuto. Pero no como cualquier zorro, sino de los que saben domesticar... Tanto verde alrededor le fue abriendo poco a poco el coraz

Esto es para ti

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- Esto es para ti, que te gustan los cadáveres. Me entregó una cajita pequeña, la abrí, y en efecto contenía un cadáver: el de un caballito de mar. Y es que siempre me ha gustado cortar las flores y colocarlas en floreros o disecarlas en el ropero. A él lo conocí una tarde lluviosa de domingo. Era mi último año en la Universidad, y en un acto de impulsividad, me había ido a vivir con una ex compañera del colegio. A ella le pareció maravillosa la idea de hacer un grupo para hablar de temas de género. Y muy a pesar de la lluvia, esa tarde llegaron un par de estudiantes de Sociología. Me gustaron sus ojos verdes, y el tono de su voz, grave. Semanas después lo escucharía proyectarla en las manifestaciones contra la guerra de Irak, en media Avenida Central. Pero lo que realmente me movió el piso fue cuando bailamos el soundtrack completo de Buena Vista Social Club. Bailamos casi toda la noche, incluso cuando mi compañera se fue a dormir. Ya para entonces el deseo era inevitable. Se quedó u

Postal navideña

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De alguna forma, mi espíritu grinch se suavizó en estos días. Hay más razones para celebrar, cada día tengo una fiesta diferente... En mi casa, las cosas siguen igual. Pero entendí que para mi no es tarde. Ya están lejos los días en los que no le encontraba sentido a nada. A mis oídos se acerca el llamado del Mar, que es mi lugar favorito para recibir el año. Desde la playa se ven más y más de cerca las estrellas. Y sean cuales sean las celebraciones, cristianas o paganas, vale la pena esto que está en el aire. Y también vale que el aire esté más frío: hay mayor necesidad de abrazos.

Celebrando la Vida

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"Sólo existen dos días al año en los que nada puede ser hecho. Uno se llama ayer y el otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, creer, hacer y principalmente vivir" Dalai Lama

4:00 de la tarde

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Me sabés a naranja, a Sol recién salido del horno. Me quedo con un beso tuyo colgado del borde de mis labios. Desatáme los cordones, mordámonos toda la tarde que ya habrá tiempo para mojarnos las ganas.

Intuición

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Sin percatarse, ella se estaba luciendo. Él realmente no le estaba enviando señales. Jamás se imaginarían que ese sería el escenario de una historia que vivirían juntos. Ella pudo haber sabido de su existencia años atrás, cuando su disco llegó a sus manos. Pero cuando estamos en otra frecuencia, no abrimos los ojos a los mensajes que nos envían. Más tarde se toparían en alguna esquina, incluso se verían a los ojos, pero ella prefirió morderse la lengua antes de preguntarle cómo te llamás . Pero que les tocaba, les tocaba. Así es que llegó el día en que el amigo de un amigo los presentó. En ese entonces él tenía una agenda apretada... y sí, también tenía novia. Su cabeza volaba entre sus múltiples creaciones. Y ella no estaba para cuentos. Su tiempo era también valioso. El destino quiso que el pasado de ella coincidiera con el presente de él, así es que terminaron trabajando juntos. Entre los viajes, las carreras, las entrevistas, les tocó conocerse, no les quedó de otra. Un día se enco

Un par de gotas de sol

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Y los besos cayeron sobre su piel como las primeras lluvias... Y de sus omóplatos brotaron semillas que rodaron traviesas sobre su espalda. Entonces de su vientre surgió el verano y sus ojos volvieron a amanecer.

DEJA VU

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No creo en las casualidades, pero sí en las causalidades. Iniciando la clase de yoga, con una profesora con la que no acostumbro llevar clases, nos hizo una introducción acerca de que a veces nos corresponde enfrentarnos a situaciones a las que no nos queremos enfrentar, como Arjuna en el Bhagavad Gita, quien tuvo que confrontar a su propia familia por orden de Krishna, aún en contra de su voluntad. De pronto me encuentro, frente a frente con situaciones, circunstancias y personas y me digo: esto ya lo viví. Casi como el tango: volveeeeeeeeeer... con la frente marchita... La pregunta es: ¿qué hago aquí de nuevo? Algo me corresponde aprender, porque, que yo sepa, en el tablero de la Vida, los dados se tiran para avanzar...

Esta es la historia...

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Esta es la historia de una mujer que un día no se sintió suficiente. Ni suficientemente capaz, ni suficientemente bella, ni suficientemente buena, ni suficientemente intelectual: ni siquiera suficientemente ella... Empezó por hacer lo que nunca antes había hecho: compararse con las demás, y peor aún, con las expectativas que tenía de sí misma. Tras repetirse estas múltiples torturas, ocurrió lo inevitable: como no podía deshacerse de sí misma, cayó en un letargo profundo, un silencio frío pero apacible: se hizo invisible. Poco a poco fue perdiendo la línea con que se nos traza cuando apenas somos un dibujo. Le ocurrió lo que a Vladimir esperando a Godot: todo lo veía negro. Y de algo tiene que aferrarse una cuando va cayendo en el agujero negro. Le ofrecieron la religión como salvación, pero en vez de verla como un salvavidas, sintió que se ataba un yunque. Mientras iba cayendo, hubo amigos que se quedaron rezagados en el camino. Y viejos amigos que le tendieron la mano, pero ella ni s