Cómo salir a flote en el ambiente laboral y no morir en el intento

Jamás imaginé que trabajaría en un restaurante. Con todo y todo, es una oportunidad. Toda experiencia es aprendizaje. Me lo repito y lo comparto una y otra vez.

Sucede que he entrado en un universo masculino. Pero no cualquiera... Sólo tengo un par de compañeras en cocina y las señoras que se dedican a la limpieza. Los demás: tanto en la cocina, como en el salón y en el bar son hombres. ¿Y eso qué? Se dirán. Mi antecesora me decía que era una ventaja, que ella lo prefería así. Que en un ambiente de sólo mujeres se sentiría amenazada. Lamentablemente no está muy lejos de la realidad. No debiera, pero ocurre que en lugar de unirnos, nos bajamos el piso entre nosotras.

Pero de pronto yo me enfrento a una serie de chismes, rumores y comentarios con los que no contaba. Eso sumado a que he tenido que darme mi lugar, para no ser tratada de la misma forma que mi antecesora. ¿Será que represento una amenaza? ¡Juguete nuevo! Pues resulta que les contrataron de compañera a una mujer que no está dispuesta a ser vista como objeto, que no se permitirá ser parte de la comidilla diaria, so pena de que no tengan nada mejor que hacer. "Curarme en salud", por un lado, y por el otro, tengo el poder de ser transformadora. No voy a entrar en juegos de poder, ni de ninguna otra índole. He dicho.

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