Carta al miedo

Mi estimado cobarde:

Ahora mis decisiones son mías. Ahora no podés tomar parte. Todas las decisiones tienen sus consecuencias. Ahora tu Vida es la tuya... y la nuestra es nuestra.

Libre soy, de tus palabras artificiales, de tus promesas del Romanticismo marchito. Creéte tu novela, tu propio personaje, tu maqueta. Yo elijo mi Vida real, mis sueños reales. A mi mis alas no me las quita nadie. Y dudo que me alcancés. No se puede elevar del suelo quien se ata a sus miedos e inseguridades. No se puede desprender del suelo aquel que no se atreve, aquel que no se enfrenta, aquel que no toma el toro por los cuernos.

Yo he muerto varias veces, y aquí estoy contando el cuento. Y no me voy a vanagloriar de mis resurreciones, que bastante me han costado. Ya lo he dicho antes: no puede no ser guerrero mi compañero de viaje.

Yo no vivo de palabras. Viviré de ellas, pero de las mías propias. De mi tinta sangre, de mi tinta lágrima, de mi tinta risa. Palabras de hombres: palabras que se lleva el viento. Y aquel que quiera demostrarme lo contrario que venga y me lo demuestre con hechos reales, no con montajes.

Yo sigo mi viaje, yo sigo remando por la Vía Láctea, con la promesa de viajar en compañía de mi ángel.

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