La historia de un vampiro



De noche se veía aún más guapo. La piel blanca le brillaba a la luz de la Luna, y contrastaba con su jacket de cuero negra, y la columna de humo que salía de sus labios carnosos. Sus rizos negros le acariciaban la frente, y yo sus abdominales perfectos.

Me lo llevé a una disco y le bailé sobre un cubo, mientras él me acercaba el ventilador, ignorando que no sería suficiente... porque el calor no lo llevaba sobre la piel... Él me hizo sentir que un orgasmo múltiple era una ecuación posible, y que aún con ropa se podía hacer el amor.

Una noche que consumíamos nuestros pies entre la arena, besó los hielos de su trago y luego rozó con ellos mis muslos por debajo de la mesa. Sin saberlo, creo un monstruo.

Pero olvidó un detalle importante, y fue contarme que tenía novia. Error. Por ese entonces yo no me despegaba de mi cuchilla, así es que lo busqué para enfrentarlo: le hice el teatro y logré asustarlo. Logré convencer a un actor de que lo estaba amenazando.

Aquella fue una semana muy intensa. Con besos, lágrimas y sangre ficticia. Con olor a noche y sus brillantes ojos negros desnudándome las ganas. Con máscaras y desenmascaramientos. Con deseo y con despecho.

Años después, todavía cruzaba la acera cuando me topaba de frente.

Dicen que ahora es como un señor, gordo y con síntomas de alopecia...

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