Una historia escrita sobre las conchas
Conchal fue el inicio de una nueva etapa. Ese año no sabía hacia dónde ir, ni cómo. Era como esos barcos que han perdido el ancla.
Y un buen día, tras un pleito familiar, imprimí varios curriculums, me puse mi mochila al hombro, y tomé un bus a Guanacaste.
Quiso la suerte, el destino, o lo que fuera, que a la primera entrevista me dejaran una semana a prueba, y por allá me quedé, conociendo lo que sería mi nuevo trabajo, mi nueva casa y mi nueva Vida.
Desde que lo vi me atrajo, mucho, muchísimo. Por más que le daba vueltas, no entendía cómo era posible que un tipo tan feo y con el que no había intercambiado palabra alguna, me atrajera de esa manera. Y además, se trataba nada más y nada menos que de mi supervisor.
Una de esas noches, fuimos a "supervisar" la playa, y no me importó que una nube de zancudos me devorara de pies a cabeza... Estaba muy ocupada como para ocuparme de los zancudos. Nos sacudimos la arena en uno de los baños del hotel. Y esa fue la primera de muchas escapadas en las que logré superar al mismo Houdini. Por suerte no habían cámaras que registraran... nada.
Después de esa semana regresé a San José para empacar mis cosas y recibí una llamada suya. Me decía que no podíamos estar juntos, pero no me decía por qué. A mi se me ocurrieron las razones más absurdas y nunca la más lógica: tenía novia.
El día que llegué al hotel hice lo que nunca antes había hecho: revisé su habitación minuciosamente. Necesitaba saber con quién me estaba metiendo. Y no me gustó lo que encontré. Sin embargo obvié las fotografías que había bajo su colchón y seguí adelante. Incluso cuando me dijo que tenía novia, y una hija de otra mujer. Miro hacia atrás y me felicito por no necesitar ahora refugiarme en los brazos de un hombre cuando tengo un vacío adentro.
De nuevo: fueron cuatro meses intensos. Dormía con él, trabajábamos juntos, creábamos juntos. Pues sí, algo bueno tenía, y es que era súper creativo: las ideas se le daban fácil. Tanto para su trabajo, como para las mujeres. Porque no tardó en endulzarle los oídos (entre otras cosas) a la cantante nueva.
Entonces mi talento histriónico salió a la luz... pública. Recuerdo que venía de un evento cuando una amiga me avisó que estaban en el bar del pueblo, con otra pareja más. Caminé hacia ellos decidida, lo tomé con fuerza del cabello y le doblé la nuca, gritándole: ¡ASÍ TE QUERÍA VER! Y a ella: ¡PEEEEEEEEEEEERRRRRRRRRAAAAAA!!!! Al día siguiente fue la historia de primera plana del hotel. Faltaba más: pueblo chico...
Me malenamoré, sí, y de la persona menos indicada. Al tiempo ya andaba con otra chica más. Yo no lo soporté, entonces no era tan fuerte, y renuncié. Mi trabajo era hacer reír y yo lo único que hacía era llorar de rabia y de dolor. Recuerdo una escena surrealista de un amigo mío masticando un papel con los nombres de las canciones de un disco que él me había regalado, y dejando ir las sobras por el lavamanos. Al menos sola no estaba. Una tarde me tomé una botella de vodka entera y la reventé contra la pared. Y tampoco estuve sola. En ese momento entró a mi habitación un amigo al que le gustaba. Sólo se sentó a mi lado y me abrazó, mientras yo tenía la mirada fija en los pedazos de vidrio.
Seguí en el hotel, pero cambié de puesto. No me divertía nada estar detrás del front desk atendiendo las necedades de los gringos. Era mucho mejor trabajar con niños que con adultos. Pero al menos no tenía que verlo todos los días.
Tres meses duré en ese puesto antes de regresar a San José. Supe por una amiga y por mi mejor amigo que me acusó de brujería. La chica con la que estaba le hizo la Vida a cuadritos. Yo me reía para mis adentros. Creer que una bruja es culpable de sus males... es porque ignoraba que en esta Vida existen Leyes Universales que nos rigen: Karma y Dharma. Tiempo después lo despidieron.
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RQ