Asalto no. 3
A los 13 años, me había cansado de preguntar a mis padres esas preguntas sin respuesta, que me resolverían "cuando tuviera 12". Si quieren saberlo, aún no he recibido esas respuestas... Afortunadamente... allí estuvo mi tía para resolverlas y la Vida para tropezarme con ellas. Se convirtió en mi confidente y en mi modelo a seguir. Sin embargo, algo ocurrió con el paso del tiempo, y es que ya no era mi abuelita la que se ponía celosa de mi complicidad con mi tía, sino más bien sucedía lo contrario... Cosas que pasan. Y se abrió un abismo entre ambas. Fue dolorosamente profundo. Tan fuerte que incluso llegó a la violencia. Hoy el silencio es la única palabra que nos dirigimos.
No me percaté en qué momento ocurrió, pero me encontré con que mi tía se había mudado a mi apartamento. De pronto estaba ahí, con su falsa sonrisa, llenando todo mi espacio personal, ¡el que tanto me ha costado obtener!
Se le ocurrió comprar una cocina, cuando se supone que eso debería consultárselo antes al dueño de los apartamentos (y a mi)... ¡Se enojaría mucho! Ahora me correspondería pagar la luz por aparte, y eso implicaría un gasto extra. Pero en fin, si se había pasado a vivir conmigo, se suponía que compartiríamos gastos. ¿En qué momento lo permití? Estaba incomodísima. Así es que decidí salir, para despejarme.
Fui a visitar a mi abuelita y aproveché para prepararme comida para hoy y para mañana. Allí también estaba mi mamá. Y por supuesto, ambas me ayudaban. De pronto sentí la presencia de mi tía tras de mí. Y allí estaba, diciéndome que esperaba que estuviera haciendo lo que estuviera haciendo, fuera por mí sola... ¡Qué detestable! ¿No me podía dejar tranquila un sólo momento? ¿hasta dónde llegan sus celos?
Hasta aparecerse en mis sueños.
No me percaté en qué momento ocurrió, pero me encontré con que mi tía se había mudado a mi apartamento. De pronto estaba ahí, con su falsa sonrisa, llenando todo mi espacio personal, ¡el que tanto me ha costado obtener!
Se le ocurrió comprar una cocina, cuando se supone que eso debería consultárselo antes al dueño de los apartamentos (y a mi)... ¡Se enojaría mucho! Ahora me correspondería pagar la luz por aparte, y eso implicaría un gasto extra. Pero en fin, si se había pasado a vivir conmigo, se suponía que compartiríamos gastos. ¿En qué momento lo permití? Estaba incomodísima. Así es que decidí salir, para despejarme.
Fui a visitar a mi abuelita y aproveché para prepararme comida para hoy y para mañana. Allí también estaba mi mamá. Y por supuesto, ambas me ayudaban. De pronto sentí la presencia de mi tía tras de mí. Y allí estaba, diciéndome que esperaba que estuviera haciendo lo que estuviera haciendo, fuera por mí sola... ¡Qué detestable! ¿No me podía dejar tranquila un sólo momento? ¿hasta dónde llegan sus celos?
Hasta aparecerse en mis sueños.
Comentarios
Me encanta leer sobre sueños, son super interesante.
SALUDOS!