Depressed



Me pregunto cuáles pensamientos la agobian,
mientras ve un punto fijo con la mirada perdida,
antes de llevarse la taza de té a los labios.

Por las noches, escucho el arrastrar de sus pies:
más que un zombie es un fantasma.
A los zombies los mueve el deseo de la sangre,
a los fantasmas los ha congelado el tiempo.



A todo dice que no,
pero no es un no firme,
sino un no suave, tímido:
parece que las palabras
chocaran contra sus dientes
antes de salir a la superficie.


De su rostro se ha apoderado
la tristeza,
una tristeza infinita,
que deseara quitársela
como si se tratara de una máscara,
y sin embargo se aferra a ella
como un parásito.


Sólo queda esperar,
esperar como siempre,
a que recupere su alegría habitual,
un tanto marcada de histeria,
de esa energía que la hace moverse
de un lado al otro.

Sólo queda esperar,
esperar a que vuelva a ser ella misma,
y rezar para que esta vez permanezca
más tiempo entre nosotros.

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