¡Largo!

Para que no me viera, me encerré con Ana en el baño de mujeres. Pero él por la prisa, entró, justo al baño de al lado.

- Shhht, es él, le susurré.

Ella abrió sus ojos de susto. Por esas cosas del destino, él me vió a través del espejo, mientras, al mismo tiempo, se sujetaba de la puerta que yo sostenía para esconderme. Me rozó la mano con sus dedos y no pudo evitar el asombro. Me arrebató la puerta, y nos descubrió en nuestro escondite. Me miró a los ojos, con su ojo amarillo y su ojo azul. Tenía el cabello bastante largo, pero usaba una camisa a cuadros y un jeans que yo recordaba bien.

- Ay, qué pena con vos, no te he llamado...

Su falsa consideración me sacó de mis casillas. Cómo era posible que fingiera una actitud que hasta ahora no había tenido. No había sido capaz de llamarme en todo este tiempo. Me miró el vientre y le dije:

- ¡Largo!

Él se fue, y siguió en lo suyo. Yo luchaba contra mí misma para contener la rabia. Y me fui con Ana, que tenía cosas que contarme de él.

Me desperté enojada, muy enojada, y me senté escribir, esperando deshacerme de este sentimiento que no sólo me puede envenenar a mí...

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