Asalto no. 1
Anoche estábamos conversando en el balcón-azotea de la U, la vista era genial: empezaba a oscurecer. Habían varios estudiantes, pero no tenía importancia. Conversábamos: de cualquier cosa, tampoco tenía importancia... De pronto nos besamos. No me lo esperaba, pero sí lo deseaba, así es que se dió y punto: fue muy breve, pero delicioso.
Tenía una invitación pendiente en la casa de mi familia, así es que decidí invitarlo a él. Una vez en la sala de la casa, mi hermana no me hizo buena cara... Lo miraban de arriba a abajo con una expresión que rayaba en el asco...(son exagerados). Por supuesto me preguntó en secreto si él era mi novio. Y con una sonrisa le dije que no... De eso se trataba esa cena, pero en fin, decidí darle un giro a la historia.
Quise hacerle un tour por la casa, que, dicho sea de paso, no es nada común: tiene varias habitaciones que más que cuadradas, son redondas, las paredes tienen una textura muy particular, casi se parecen a la estructura exterior de la fachada del Mall San Pedro. Hay muchas escaleras de caracol que unen unas habitaciones con otras. Una azotea, por supuesto, con piscina y toda la cosa. Es justo donde estamos en este momento, tratando de huir de mis parientes para volver a repetir ese beso.
Pero como siempre, lo echan todo a perder, aquí están subiendo las escaleras de caracol que conducen a la azotea. Pero, lo siento por ellos: yo me conozco muy bien esta casa. Así es que lo tomo de la mano y bajamos corriendo las escaleras que están a la izquierda. ¡Ahora sí!
Claro, que olvidé mencionar que esas escaleras conducen a la cocina de la casa, donde hay cocineros, ayudantes, y por supuesto: saloneros... ¡sí! Los del servicio. Ellos están en lo suyo, pero justo es privacidad lo que necesitamos en ese momento, así es que seguimos corriendo escaleras abajo: ¡imposible! Cada vez que nos detenemos e intentamos acercarnos, aparecen un par de saloneros, ¡es ridículo! Así es que nos sentamos a reírnos de nosotros mismos: ¡que nos queda!
¡Sólo que suene el despertador, marcando las 5:00 a.m.!
Tenía una invitación pendiente en la casa de mi familia, así es que decidí invitarlo a él. Una vez en la sala de la casa, mi hermana no me hizo buena cara... Lo miraban de arriba a abajo con una expresión que rayaba en el asco...(son exagerados). Por supuesto me preguntó en secreto si él era mi novio. Y con una sonrisa le dije que no... De eso se trataba esa cena, pero en fin, decidí darle un giro a la historia.
Quise hacerle un tour por la casa, que, dicho sea de paso, no es nada común: tiene varias habitaciones que más que cuadradas, son redondas, las paredes tienen una textura muy particular, casi se parecen a la estructura exterior de la fachada del Mall San Pedro. Hay muchas escaleras de caracol que unen unas habitaciones con otras. Una azotea, por supuesto, con piscina y toda la cosa. Es justo donde estamos en este momento, tratando de huir de mis parientes para volver a repetir ese beso.
Pero como siempre, lo echan todo a perder, aquí están subiendo las escaleras de caracol que conducen a la azotea. Pero, lo siento por ellos: yo me conozco muy bien esta casa. Así es que lo tomo de la mano y bajamos corriendo las escaleras que están a la izquierda. ¡Ahora sí!
Claro, que olvidé mencionar que esas escaleras conducen a la cocina de la casa, donde hay cocineros, ayudantes, y por supuesto: saloneros... ¡sí! Los del servicio. Ellos están en lo suyo, pero justo es privacidad lo que necesitamos en ese momento, así es que seguimos corriendo escaleras abajo: ¡imposible! Cada vez que nos detenemos e intentamos acercarnos, aparecen un par de saloneros, ¡es ridículo! Así es que nos sentamos a reírnos de nosotros mismos: ¡que nos queda!
¡Sólo que suene el despertador, marcando las 5:00 a.m.!
Comentarios
grrrr... era importante... maldición!!!
He tenido varios así, no contaré como terminan, pero siempre el enemigo es el despertador
Duele mucho el despertador
Saludos...
Hudson (Punketito)