Paz

Cuando la ansiedad, el stress, y las preocupaciones me crisparon los nervios, y no me dejaban dormir, ni una noche, ni la siguiente, ni las subsiguientes, decidí que dejaría de preocuparme.

Nada valoro tanto como la paz. Amo el silencio. Detesto las discusiones y los gritos. Sé que puedo entrar en el juego, hasta matar. Pero no me gusta, pierdo energía. En cambio la energía que me da la paz me fortalece. Por eso de vez en cuando, voy al Mar, a dejar mis miedos y frustraciones. Las olas se llevan lo que me atrasa en el camino, y me traen lo nuevo, lo renovado. Y me siento viva de nuevo, recargada.

A veces desearía vivir dentro de las profundidades del Mar, pero por alguna razón tengo pies, para caminar sobre la arena.

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