Aún existen
Se conocieron en Nicaragua. Ella andaba de aventurera, él en su papel de científico, dejándose sorprender por la fauna que habita el Caribe.
No fue amor a primera vista. Se toparon de frente, se conocieron de a poco. Él tenía que venir a Costa Rica: aquí habita un pez que ejerce fascinación en él. Entonces acordaron encontrarse. Salieron algunas veces...y él se enamoró de sus ojos.
Pasaron los meses. Él estaba en Sudamérica y no volvió a saber nada de ella. Pensó que quizás no estaría interesada.
Kilómetros al norte, ella estaba tendida en la cama de un hospital, sin capacidad de comunicarse. Su cara se había desfigurado tras un grave accidente de tránsito. No sería la misma desde entonces... Lo cierto es que ella no había perdido el interés.Y en cuanto pudo, con mucho esfuerzo y ayuda de una amiga, le escribió un correo que sólo contenía la palabra "ACCIDENTE".
Él empacó sus maletas y se vino a Costa Rica. No hubo día en el que él no fuera a verla al hospital. Estuvo presente en cada día de su recuperación. Hasta que ella pudo caminar, y salir con sus propios pies. Ella le recomendaba que se fuera a la playa unos días, pero él no la escuchó. Estando en el hospital, le pidió que comenzaran una relación. Ella lo cuestionó. ¿Por qué no elegir a una chica "sana y normal" en lugar de ella? De nuevo no la escuchó. El había decidido amarla. Y ella lo aceptó.
En un viaje al Cerro de la Muerte (¡qué ironía!), le pidió que se casara con él. Ella aceptó. Ahora son esposos. A ella aún se le dificulta ver. Uno de sus ojos quedó completamente inflamado. Ya no hay en ellos el brillo líquido que tuvieron. Él optó por ser sus ojos.
Al terminar de escuchar esta historia, no pude más que creer, que aún existen los hombres que aman, que son y están, que valoran, respetan y se dan. La pregunta es...¿dónde están?
No fue amor a primera vista. Se toparon de frente, se conocieron de a poco. Él tenía que venir a Costa Rica: aquí habita un pez que ejerce fascinación en él. Entonces acordaron encontrarse. Salieron algunas veces...y él se enamoró de sus ojos.
Pasaron los meses. Él estaba en Sudamérica y no volvió a saber nada de ella. Pensó que quizás no estaría interesada.
Kilómetros al norte, ella estaba tendida en la cama de un hospital, sin capacidad de comunicarse. Su cara se había desfigurado tras un grave accidente de tránsito. No sería la misma desde entonces... Lo cierto es que ella no había perdido el interés.Y en cuanto pudo, con mucho esfuerzo y ayuda de una amiga, le escribió un correo que sólo contenía la palabra "ACCIDENTE".
Él empacó sus maletas y se vino a Costa Rica. No hubo día en el que él no fuera a verla al hospital. Estuvo presente en cada día de su recuperación. Hasta que ella pudo caminar, y salir con sus propios pies. Ella le recomendaba que se fuera a la playa unos días, pero él no la escuchó. Estando en el hospital, le pidió que comenzaran una relación. Ella lo cuestionó. ¿Por qué no elegir a una chica "sana y normal" en lugar de ella? De nuevo no la escuchó. El había decidido amarla. Y ella lo aceptó.
En un viaje al Cerro de la Muerte (¡qué ironía!), le pidió que se casara con él. Ella aceptó. Ahora son esposos. A ella aún se le dificulta ver. Uno de sus ojos quedó completamente inflamado. Ya no hay en ellos el brillo líquido que tuvieron. Él optó por ser sus ojos.
Al terminar de escuchar esta historia, no pude más que creer, que aún existen los hombres que aman, que son y están, que valoran, respetan y se dan. La pregunta es...¿dónde están?
Comentarios
Yo ya me di por vencida, creo necesito ir a comprarme un gato...