En el inicio de los tiempos
"En el inicio de los tiempos"
Fotografía: Sergio Cantillo Malavassi
Vagábamos desnudos, libres, conectados al agua que dio a luz el primer ser vivo.
Dormíamos juntos, con las estrellas cobijando nuestros sueños.
Nos alimentábamos de boca en boca, cuando los besos no eran más que un instinto de supervivencia,
y no por eso dejaba de ser un acto de Amor.
Nos hacíamos el Amor con el asombro que teníamos de cada planta, fruto o animal que nacía.
Éramos niños, descubriendo, descubriéndonos, libres de ropas, de prejuicios, de civilización, de
tecnología.
Siempre tuvimos alma, espíritu, corazón y cerebro, aunque no fuéramos capaces de racionalizarlos.
No era necesario.
Vivíamos en armonía con la Madre Tierra, la misma que nos parió.
Paríamos sin miedo, y la Madre Tierra recibía a sus nietos y nietas, con los brazos abiertos,
como frondosas ramas de árboles.
Creíamos en la Magia, y la Magia nos permitía comunicarnos.
Conocíamos el lenguaje de los animales, de las plantas y de los árboles, y ellos conocían el nuestro,
porque era el mismo.
Escuchábamos lo que nos dictaba el instinto, sin ningún cuestionamiento, porque todas las respuestas
a todas las preguntas, habitaban dentro.
Ahora añoramos volver al origen, porque la paz habitaba ese paraíso, que estaba en el silencio de
nuestro ser.
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