Más que palabras

Para los que no lo saben aún, las palabras, como los pensamientos, son cosas.

Se dice que a las mujeres se nos endulza por el oído, y no deja de ser cierto. Soy una mujer adulta y aún soy capaz de creerle a los hombres. Lo admito. Ayer lo enfrenté a sus palabras: me dijo que eran ciertas, que todo lo que me había dicho, lo había sentido.

Uno debe ser consecuente con las palabras. El decir, ha de ser un compromiso. En mi país, lamento decir que la gente dice por decir, se queja y no hace nada, se "compromete" y no cumple. Es horrible.

Si yo quiero algo, lucho hasta el final por alcanzarlo. No desisto a la primera. Me caigo, y me levanto. Por tanto, querer es poder. Detesto la frase "no puedo". Cuando daba clases les decía a mis alumnas: PROHIBIDO DECIR "NO PUEDO". Al decir "no puedo", le envío una orden a mi cerebro, para que mi cuerpo no reaccione, y en general, ni mi espíritu ni mi mente van a responder, porque yo misma me he puesto mis propios límites.

Pensemos antes de hablar. No se puede decir cualquier cosa por salir del paso, o por quedar bien. Antes de decir una estupidez -porque esto no exime que piense estupideces-, prefiero callar, morderme la lengua y envenenarme con mis pensamientos si es preciso, pero no los he de dejar salir.

Y creo, que así como tomar una decisión tiene sus consecuencias, las palabras las tienen.

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