Muy a pesar de mis carencias económicas, puedo plantarme y decir: me siento plena. ¿Qué mejor que 31 años bien vividos? A cada instante procuro vivir como si se tratara del último suspiro, intensa y apasionadamente. A veces me desbordo, pero procuro estar despierta, entendiendo cada paso que doy, cada mensaje oculto o directo que recibo. Estoy rodeada de gente que amo y que me ama. Quienes desean hacerme una zancadilla son los menos, por fortuna. Y si me caigo me levanto de nuevo. Al menos la ingenuidad me abandonó hace muchos años. A estas alturas me han hecho canción, poema y cuento. Es hora de que la musa publique su propia historia. He hecho de las artes mi modus vivendi, o bien, he procurado hacer un arte de lo cotidiano. Me río de los absurdos de la existencia, y convivo con ella, sin abandonarme en la melancolía: hace años que abandoné el Romanticismo. Cada vez abro más los ojos, sin perder la capacidad del vuelo, ni la de desvanecerme en el agua. Fluyo como el río: me niego a e...