El Oso de la Luna Creciente
Hoy voy a contar mi versión de los hechos. No estuve ahí. Nadie me contó esta historia. Sólo la sentí.
Mi animal de poder es el oso. El de él también. Lo vi la primera noche que hicimos el Amor. Lo vi claramente, como cuando duermo y veo mis sueños.
Hace poco lo vi de nuevo. Esta vez era un oso polar. Entonces recordé este cuento.
Pude ver otro final para la historia de esta muchacha. Vi una muchacha que se quedaba en el bosque. Con el oso. Olvidó al esposo con heridas emocionales de guerra, que cerró su corazón del todo, a la posibilidad de sentirse amado por una esposa más que dispuesta a servirle.
La muchacha y el oso se volvieron amantes, bajo la luz de las estrellas, el aroma de los pinos, dentro de la húmeda cueva del oso. La muchacha se sintió amada, plena, se hizo una con la naturaleza, se adaptó. Su Vida llegó a ser muy diferente a la que tenía en el pueblo, pero... ¿qué clase de vida era esa? Siempre esperando al marido que no regresaba de la guerrra. Y cuando regresó, no era el hombre que conoció. Era un mostruo.
Por las noches, el oso le contaba las historias del bosque. Durante el día, el oso le enseñaba a pescar y a cazar presas pequeñas. La muchacha aprendió el lenguaje de las plantas, y a utilizarlas con múltiples propósitos.
Un día, la muchacha empezó a quedarse dormida por todas partes. Se quedaba dormida cuando recogía fresas, cuando encendía la fogata, e incluso antes de iniciar la pesca. El oso no entendía la razón de su cansancio y estaba preocupado. A la muchacha empezó a crecerle el vientre, entonces comprendió que esperaba una criatura... ¿pero qué clase de criatura? ¿un oso o un humano? ¿mitad oso y mitad humano? Estaba confundida y emocionada al mismo tiempo. Lloraba mucho, y el oso le secaba las lágrimas con sus garras, con mucha delicadeza de no lastimarla.
Llegó el día del parto, y para sorpresa de ambos padres, el bebé era humano... hasta que llegó la noche y se transformó en un osezno. El reto para ambos padres sería enseñarle a ser humano de día y oso de noche. Aprendería a sembrar y a hibernar. De la forma más natural y más mágica, aprendieron a ser una familia.
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