El parto de Leo

Para todas las mujeres que desean tener un parto humanizado (y para sus parejas también).




Cuando tuve a mi hija mayor, Ámbar, supe que quería tener dos hijos. Tenía dos razones importantes para mi. La primera: que se hicieran compañía en las distintas etapas de su Vida. Soy hija única y no es tan divertido como se imaginan... Cuando era niña muchas veces regresé a mi casa llorando porque no tenía con quién jugar. Por esas épocas acostumbraban castigar a mis vecinas y vecinos. Y terminaba castigada también porque no podía jugar con ellos. Pero hoy no estamos acá para hablar de mi niñez, sino del parto de mi hijo Leo... ¿La segunda razón? Quería tener una historia diferente: quería saber qué se sentía tener un compañero a mi lado, apoyándome, durante mi embarazo, mi labor de parto, la crianza de nuestros hijos... Aunque no lo crean, a mis 41 años, aún no he convivido con ninguna pareja. Tampoco me he casado. "Hago las cosas al revés", eso dicen...


Canción de mi infancia en su versión original.

Pasaron 7 años hasta que finalmente conocí a Enrique, el papá de Leo, con el que me acabo de comprometer. ¿Por qué él y ninguno de los anteriores? Es como un buen capuchino: la combinación perfecta entre dulzura y amargura. Es realista, me aterriza. Es estructurado, previsor. Fue tan sincero, honesto y a la vez tan tierno la primera vez..., que me enamoré. Nos complementamos. Compartimos los nueve meses de mi embarazo, comimos rico, nos preparamos conscientemente para recibir a Leo con la que fue mi primera doula, Tzila , hasta que llegó el día en el que boté el tapón, el viernes 6 de setiembre.

Mi amiga Eli vino a mi rescate. Me acompañó durante la pre labor, en mi casa, con mi hijita Ámbar. Mi laptop y la música también nos acompañaron. Al final de la tarde, mandé a Ámbar y a Eli en un UBER y yo me fui en otro al apartamento de Enrique. Tzila no pudo estar esta vez. Estaba enferma. Sin embargo, estuvo del otro lado del teléfono, indispensable, como otras dos mujeres: Rebecca Turecky (quien quería que fuera mi partera) y Mónica, mi primera partera. Ésta vez, Enrique y yo estuvimos solos, resistiendo, contando las contracciones con una aplicación en mi teléfono. Compartiendo, comiendo, respirando, amándonos. Sí, el placer disminuye el dolor. No, no me gusta el dolor. No, no quería sentir dolor.




No me gustan los hospitales, lo admito, así que la idea era ir al hospital en el último momento. El sábado 7, en la noche, tomamos un UBER a la casa de Moni, quien me hizo un tacto para comprobar cuánto había dilatado. ¡Tres de dilatación! ¿En serio? ¡Ya me quería ir al Hospital! ¡@$%&!!!! Había dos opciones para dilatar más: regresar a Guadalupe y esperar que dilatara más antes de ir al Hospital, o caminar hasta el Calderón desde Los Yoses. El Via Crucis llegó hasta el Fresh Market de Los Yoses. Iba agarrándome de lo que pudiera en cada contracción. No caminé gran cosa. Nuevamente UBER, ésta vez al Calderón.

Desde la entrada al Hospital nos trataron muy diferente a mi primer parto en el Hospital de San Rafael de Alajuela. Pero también mi energía era diferente... Y eso influye, y mucho (no me crean, compruébenlo por sí mismos). Me sorprendió ver que el ala de Maternidad mejoró. Enrique presentó nuestro plan de parto. Me basé en el Curso de Preparación de Parto de Tzila y Moni, y en el plan de parto de Coral Herrera. Estaba a punto de aceptar una cesárea, cuando otra doctora me llamó aparte, y me dijo: - Vea, usted tiene su plan de parto, las contracciones van a buen ritmo. Puede hacerlo. Obviamente si usted o el bebé corren riesgo, le practicamos una cesárea a último momento. Le contesté, entre contracción y contracción: - Bueno, pero deme algo para disminuir el dolor, por favooooooooor. Tuve que firmar un documento para que me dieran algo que me alivió como si fuera una acetaminofén, porque no estaba incluido en mi plan.

Sin embargo, he de decir que respetaron la mayor parte de nuestro plan. Estaban muy preocupados de que me fuera a caer porque hacía las posiciones más extrañas.Yo les explicaba que soy bailarina, que no me iba a caer. Me permitieron tener mi música a todo volumen. Nos dieron privacidad. Me dieron una bola de pilates y fue un alivio. Gritaba: "¡Ooooooommmmmm!", tanto y tan fuerte, que juraría que se escuchaba en toda la cuadra. Ése fue mi mantra, pero hubo un momento en el que invoqué a Dios. Acaricié mi vientre, le hablé a mi útero. Le dije que tenía la memoria de mis ancestras que habían sabido parir. Le pedí que lo hiciera naturalmente. Sé que el espíritu de mi bisabuela María Fernández, la partera de Cartago, estuvo ahí. No les puedo decir que la vi. Sí les puedo decir que pedí ayuda a todas las mujeres de mi familia que pudieron parir, y que gracias a ellas estaba yo ahí.

Me trasladaron a la sala de partos, y, en contra del deseo del doctor, parí en cuclillas, como una indígena, agarrada de los barrotes de la camilla, en una camilla especial preparada para recibir a mi bebé. Y estaba Enrique a mi lado, como lo pedí años antes, transmitiéndome calma con sus ojos verdes y dándome la mano. Él ha sido el más valiente de todos. Por eso sigue a mi lado. Mi amiga Eli describió después mi parto de la forma más hermosa: "Es de esas cosas que pensás que no vas a lograr y lográs". Y así, a las 2:55 a.m. del domingo 8 de setiembre de 2019, nació mi segundo hijo Leo. Me desgarré, me cosieron, mientras Enrique me aconsejaba que pensara en otra cosa. Y después de unos minutos que se hicieron eternos, pude tener a mi bebé sobre mi pecho durante una hora. Y estuve así, entre despierta y dormida, con oxitocina natural y artificial, entre los dos hombres de mi Vida.



Durante la realización de este relato, me enteré de que acaba de ser aprobada una Ley que prohibe maltratar a las mujeres durante el parto. ¡Me alegra tanto el titular de esta noticia! Si alguien está suscrito a La Nación, agradezco me compartan el contenido.












Comentarios

Mailay dijo…
Muy valiente gracias por compartir esta experiencia de amor! 💓
EMA dijo…
Haberte leído otorga olas de esperanza al amor que es sabio. tus palabras son como el colibrí sagrado volando y dejando estelas con las puntas de sus alas sobre las aguas de mi ser.... gracias Hermosa ... vive con mayor fuerza cada día..

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