A la Luna en bote

Desde que era niña, desde los nueve años aproximadamente, tuve diario. Amaba escribir y leer. A los 11 años empecé a tener inspiración romántica. Sí, el niño que me gustaba y que ahora es un dj famoso me inspiraba a escribir poemas. Entonces el cabello rubio casi le tapaba los ojos. Tenía unos hermosos ojos verdes. También escribí mis primeros cuentos. Hubo uno que ilustré. Cuando entré el colegio, participé en un concurso de poesía y lo gané. También uno de dibujo. Al entrar a la Universidad, escribía poemas en los baños, y firmaba bajo el seudónimo de "Claraluna". Me respondían con burlas, pero eso nunca me inmutó: seguía escribiendo. Participé en muchas peñas a la luz de la Luna, algunas acompañada de la guitarra de mi ex. Con amigos del grupo de teatro Girasol escribía cadáveres exquisitos, incluyendo a Sergio, en paz descanse. Cuando viví en la playa otra historia de amor y desamor me inspiró a escribir. Tengo que buscarla. Me aliviaba escribir mucho más que llorar...

Imagino que puedo perderme en tu mirada, tanto tiempo como puedo permanecer en el Mar. Quisiera quedarme entre tus brazos, hasta que pierda la percepción del tiempo. Y besarte, por cada día que no te besé, y hacerte el Amor por cada atardecer que no te haya hecho el Amor. Y bailar, al ritmo que marquen mis caderas, y dejar que el viento que entra por mi ventana levante mis cabellos  que te acariciarán la barba. Te anhelo.

Te invito a beberme los labios, a comer de mis manos, y a perdernos juntos en el atardecer. Te invito a conocer mi corazón, las locuras que se entretejen en mi mente y a inventarnos nuevas aventuras. Te invito a mi Vida, a mis sueños y a nadar juntos en ambos mares. Te invito a un presente virtual y a un futuro tan real como el pasado en el que no estábamos listos aún para encontrarnos. Sámara, enero 2017