Para ti, amiga
Despertaba cada mañana esperando que me dijera que, a partir de ese día, iba a ser la única.
Pero, en efecto, el único momento de paz que teníamos era cuando estábamos dormidos. Siempre amanecíamos en la misma posición en la que habíamos conciliado el sueño.
Durante el día, nos amábamos y nos odiábamos con la misma intensidad. El me vio llorar y yo a él. Y hasta quienes nos rodeaban se volvieron testigos - protagonistas de nuestra historia.
Ella para mí fue siempre un fantasma. Su ideal de mujer. La mujer con la que se casaría y tendría hijos. La que le perdonaba todo. La que lo recibía siempre con los brazos abiertos. La que lo adoraba. La que con adoración plancharía sus camisas y lavaría sus calzones.
El sabía que yo jamás haría eso. Pero tenía lo que ella no le daba. Y aunque tratamos de apartarnos en múltiples ocasiones, volvíamos a caer. Porque nos habíamos vuelto un vicio, el uno para el otro.
Nunca bebí tanto alcohol como en esa época, nunca odié tanto, nunca lloré con tanta rabia, ni deseé con tanta desesperación. Y nunca había sufrido tanto. El dolor se multiplicaba, en todos los estados de la materia.
Hubieron otros; hubo pinturas, escritos, poemas, maldiciones, hechizos: ni el Mar era capaz de lavarme tanto dolor, indignación y rabia.
Pero nadie eligió por mi. Yo quise estar ahí. Quise creer que algún día, yo estaría por encima de "la incondicional". Pero fui la primera que le demostró que él no era EL UNICO.
Así es que también le tocó sufrir, le tocó morderse la lengua, le tocó una amante que dejó caer sobre él más ira, indignación y despecho que lo que yo cargaba conmigo. Me llamó bruja. Llegó a creer en mis maldiciones.
¡Ignorante! En esta Vida todo se paga. Nada de lo que yo hiciera le aumentaría o le quitaría peso a las leyes que rigen el Universo.
Toda esta historia, amiga, es para decirte que no eres la única, ni fuiste la primera, ni serás la última. Pero te entiendo, te entiendo porque también soy mujer, también he amado, he esperado y he creído, de la forma en que tú lo has hecho.
Sólo puedo decirte que en la Vida las piezas llegan a acomodarse una vez que se han desordenado.
Pero, en efecto, el único momento de paz que teníamos era cuando estábamos dormidos. Siempre amanecíamos en la misma posición en la que habíamos conciliado el sueño.
Durante el día, nos amábamos y nos odiábamos con la misma intensidad. El me vio llorar y yo a él. Y hasta quienes nos rodeaban se volvieron testigos - protagonistas de nuestra historia.
Ella para mí fue siempre un fantasma. Su ideal de mujer. La mujer con la que se casaría y tendría hijos. La que le perdonaba todo. La que lo recibía siempre con los brazos abiertos. La que lo adoraba. La que con adoración plancharía sus camisas y lavaría sus calzones.
El sabía que yo jamás haría eso. Pero tenía lo que ella no le daba. Y aunque tratamos de apartarnos en múltiples ocasiones, volvíamos a caer. Porque nos habíamos vuelto un vicio, el uno para el otro.
Nunca bebí tanto alcohol como en esa época, nunca odié tanto, nunca lloré con tanta rabia, ni deseé con tanta desesperación. Y nunca había sufrido tanto. El dolor se multiplicaba, en todos los estados de la materia.
Hubieron otros; hubo pinturas, escritos, poemas, maldiciones, hechizos: ni el Mar era capaz de lavarme tanto dolor, indignación y rabia.
Pero nadie eligió por mi. Yo quise estar ahí. Quise creer que algún día, yo estaría por encima de "la incondicional". Pero fui la primera que le demostró que él no era EL UNICO.
Así es que también le tocó sufrir, le tocó morderse la lengua, le tocó una amante que dejó caer sobre él más ira, indignación y despecho que lo que yo cargaba conmigo. Me llamó bruja. Llegó a creer en mis maldiciones.
¡Ignorante! En esta Vida todo se paga. Nada de lo que yo hiciera le aumentaría o le quitaría peso a las leyes que rigen el Universo.
Toda esta historia, amiga, es para decirte que no eres la única, ni fuiste la primera, ni serás la última. Pero te entiendo, te entiendo porque también soy mujer, también he amado, he esperado y he creído, de la forma en que tú lo has hecho.
Sólo puedo decirte que en la Vida las piezas llegan a acomodarse una vez que se han desordenado.
Comentarios
cristibel, de un corazón sincero que ha sufrido se aprende demasiado, me alegra que tengas mas paz ahora.
evy linda, cristy lo dijo todo "te entiendo porque también soy mujer, también he amado, he esperado y he creído, de la forma en que tú lo has hecho". Aunq ahora no veas la salida, estoy segura llegarás, paso a paso, TENES que aprender a reconocer el dolor y rechazarlo,no estas sola.
Besos a ambas!
pero contra imaginarios luchamos todos, espanto cuando topamos con un cerradito...
si, todos los cerraditos tienen lo q merecen y si nos cerramos, nosotras también.
:(
cuesta mucho encontrar un ideal, sobre todo mantenerlo y más aún saber que no sera principio ni final.
Por algo entiendo a lo que te refieres... y la ventaja es justamente eso.. no es un final, siempre existe la posibilidad de seguír adelante mientras exista un ultimo aliento de vida.
eso me recuerda mucho a una historia que hace poco paso...en la que caia de nuevo en sus redes solo para volver a ser victima de celos!
pero lo pude superar gracias a Dios, nadie ni nada es tan importante para que impacte tanto en la vida, ni pueda afectarla tanto para quitarle la luz a una persona.
El mundo conspira por nuestra felicidad solo que nosotros nos complicamos