Asalto no.9
Conducías hacia la casa de mis padres. Era un dìa especial. Teníamos invitados...
Llegaste, te esperaba junto a mis padres. Luego llegaron ellas, las tres morenas (la anciana, la madre y la doncella), con una bebé en brazos, que aseguraban era mi hija.
Pero era muy morena para ser mi hija..., y menos tuya, que tienes la piel tan blanca. Se parecía más a ellas.
En fin, la alcé en mis brazos, y la pequeña tomaba mis manos clavándome sus pequeñas uñas con todas sus fuerzas. Tú también la alzaste.
Luego te fuiste al cuarto de baño. Te sumerguiste en la tina, y de pronto empezaron a salir babosas de todas partes. Yo las mataba con sal, y con una manguera lavaba sus restos.
Indiferente, como siempre, te marchaste cuando decidiste que era el momento. Mi padre te defendió, hasta te dio unas monedas para que tomaras el autobús, mientras yo me preguntaba hacia dónde irías. No hablamos, como de costumbre, de las cosas importantes. Empezó a llover: tenía los ojos nublados por las lágrimas. Lloré y lloré hasta que me dolieron los ojos. Entonces volví a quedarme dormida.
P.D.: Mientras venía hacia acá, en el autobús, había dos mujeres trigueñas con una bebé en brazos: era morena y me sonreía, se reía conmigo. Casi al bajarme, noté que en el asiento, atrás de ellas, venía una niña, también morena, de cabello oscuro y rizado. ¿Sincronicidad?
Llegaste, te esperaba junto a mis padres. Luego llegaron ellas, las tres morenas (la anciana, la madre y la doncella), con una bebé en brazos, que aseguraban era mi hija.
Pero era muy morena para ser mi hija..., y menos tuya, que tienes la piel tan blanca. Se parecía más a ellas.
En fin, la alcé en mis brazos, y la pequeña tomaba mis manos clavándome sus pequeñas uñas con todas sus fuerzas. Tú también la alzaste.
Luego te fuiste al cuarto de baño. Te sumerguiste en la tina, y de pronto empezaron a salir babosas de todas partes. Yo las mataba con sal, y con una manguera lavaba sus restos.
Indiferente, como siempre, te marchaste cuando decidiste que era el momento. Mi padre te defendió, hasta te dio unas monedas para que tomaras el autobús, mientras yo me preguntaba hacia dónde irías. No hablamos, como de costumbre, de las cosas importantes. Empezó a llover: tenía los ojos nublados por las lágrimas. Lloré y lloré hasta que me dolieron los ojos. Entonces volví a quedarme dormida.
P.D.: Mientras venía hacia acá, en el autobús, había dos mujeres trigueñas con una bebé en brazos: era morena y me sonreía, se reía conmigo. Casi al bajarme, noté que en el asiento, atrás de ellas, venía una niña, también morena, de cabello oscuro y rizado. ¿Sincronicidad?
Comentarios
llorar y quedarse dormida, es lo que mas consuela. pero solo una vez. que corazón tiene él? ellos? no, no lo tienen.!!! suerte que las mujeres le encontraron a ella. :)
Me encanta leerte Cris! Chau!
:)
babosas muertas con sal!!!
como s ele ha ido esa muerte legendaria a Hollywood?
saludos!
yo tambien tengo nuevos post!
Ninguna estaba sola, la niña siempre tuvo quien la cuidara, aunque no estuviera con las mujeres en el bus, pero había gente alrededor.
Vos tampoco estuviste sola ni estás sola, aunque te guste o sea práctico transportarse así en el plano real.
Lloraste por impotencia o por ignorancia o por rabia ante los estereotipos -como el machismo presente en el sueño-?
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